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III SEMINARIO DE FILOSOFÍA Y TEOLOGÍA
SALUDO DEL DECANO DE LA FACULTAD DE CIENCIAS RELIGIOSAS Y FILOSOFÍA Dr. TIBALDO ZOLEZZI AL INICIO DEL III SEMINARIO DE FILOSOFÍA Y TEOLOGÍA
Me corresponde saludarles y darles una cariñosa bienvenida. Desearles una confortable estadía y un fructífero diálogo. Como Facultad de Ciencias Religiosas y Filosofía de la Universidad Católica de Temuco estamos activamente presentes en este Seminario que hemos querido sea parte de nuestro itinerario anual, en la esperanza de que nos nutrirá de un horizonte amplio para nuestro trabajo filosófico y teológico.
Hace ya casi 25 años se celebró el segundo sínodo de la Diócesis de Temuco; en él la iglesia diocesana tomó mayor conciencia de la condición pluriétnica y pluricultural de la Novena Región y de la necesidad de adaptarse a ella (393; 479). El Sínodo habló de la existencia de diversas culturas que se entrecruzan en la Región de La Araucanía: moderna (876), urbana (127), mapuche (25; 127; 194; 664; 853; 861), campesina (127), juvenil (701), de los pobres (952). Afirmando que hoy por hoy se valora más, aunque aún no de modo suficiente (869) la pluriculturalidad de nuestras sociedades (102; 127; 353; 393; 479; 869).
El Sínodo tuvo especialmente en cuenta la existencia, cultura y riquezas del pueblo mapuche. Le dedicó amplias reflexiones: habló de la necesidad de valorar sus tradiciones, idioma y valores, pues ellos son expresión de la multiforme manifestación de la única semejanza que todos los hombres poseen con el creador, como dijera el papa Juan Pablo II, en abril de 1987, con ocasión de su vista a Temuco (849). También consideró muy importante la tarea de ayudar a recuperar su identidad y la preocupación por informar y difundir la cultura y costumbres mapuche en la sociedad regional y nacional (879). En esto la Iglesia tiene una tarea en el seno de sus propias comunidades (194) y también de cara a la sociedad en su conjunto (879).
En su reciente visita a Chile, el papa Francisco, en la misa por la unidad de los pueblos celebrada aquí en Temuco nos invitó a convertirnos en artesanos de unidad.
Afirmó que “la riqueza de una tierra nace precisamente de que cada parte se anime a compartir su sabiduría con los demás… La unidad pedida y ofrecida por Jesús reconoce lo que cada pueblo, cada cultura está invitada a aportar en esta bendita tierra. La unidad es una diversidad reconciliada porque no tolera que en su nombre se legitimen las injusticias personales o comunitarias. Necesitamos de la riqueza que cada pueblo tenga para aportar, y dejar de lado la lógica de creer que existen culturas superiores o culturas inferiores.
Un bello «chamal» requiere de tejedores que sepan el arte de armonizar los diferentes materiales y colores; que sepan darle tiempo a cada cosa y a cada etapa. Se podrá imitar industrialmente, pero todos reconoceremos que es una prenda sintéticamente compactada. El arte de la unidad necesita y reclama auténticos artesanos que sepan armonizar las diferencias en los «talleres» de los poblados, de los caminos, de las plazas y paisajes. No es un arte de escritorio la unidad, ni tan solo de documentos, es un arte de la escucha y del reconocimiento. En eso radica su belleza y también su resistencia al paso del tiempo y de las inclemencias que tendrá que enfrentar
La unidad que nuestros pueblos necesitan reclama que nos escuchemos, pero principalmente que nos reconozcamos, que no significa tan sólo «recibir información sobre los demás… sino recoger lo que el Espíritu ha sembrado en ellos como un don también para nosotros»
Que estas palabras del papa Francisco sean inspiradoras para el buen trabajo de estos días. Muchas gracias.